Kubizek : Estefanía - Stefanie




Ruego me disculpen por no mencionar el apellido de la chica, así como su apellido de casada. En ocasiones se lo he revelado a personas que se dedicaban a investigar la juventud de Hitler, y en cuya buena voluntad confiaba. Stefanie, que tenía uno o puede que dos años más que Adolf, se casó más adelante con un oficial de alto rango y vivió tras la Segunda Guerra Mundial en Viena. El lector entenderá por lo tanto mi discreción. 


Una noche de la primavera de 1905, mientras dábamos nuestro habitual paseo, Adolf me agarró del brazo y me preguntó emocionado qué pensaba de aquella joven rubia y delgada que paseaba por la Landstrasse del brazo de su madre. 


- Tienes que saber que estoy enamorado de ella, añadió decidido. (Tempus)


En la edición de 1955 la frase de Hitler es simplemente “¡La amo!”. 


Lo cierto es que Stefanie no tenía ni idea de lo enamorado que estaba Adolf de ella; lo consideraba un admirador un tanto tímido, aunque extraordinariamente tenaz y fiel. Cuando respondía con una sonrisa a su mirada inquisitiva, él se alegraba y su estado de ánimo cambiaba de un modo que nunca había observado en él: todo en el mundo era bueno y estaba bien ordenado, y él estaba contento. Pero cuando Stefanie, como solía suceder, ignoraba fríamente su mirada, quedaba destrozado y dispuesto a destruirse a sí mismo y al mundo entero. 


Desde luego tales fenómenos son típicos de los primeros amores, y puede que uno se sienta tentado a menospreciar los sentimientos de Adolf por Stefanie considerándolos propios de un amor adolescente. Y puede que así fuera en cuanto a la interpretación que hacía Stefanie de ellos. Pero para el propio Adolf, su relación con Stefanie era más que un amor adolescente. El mero hecho de que durara más de cuatro años, y que incluso proyectara su esplendor en los años posteriores de miseria en Viena, muestra que los sentimientos de Adolf eran verdadero y auténtico amor. La prueba de la profundidad de sus sentimientos se encuentra en que para Adolf, a lo largo de todos aquellos años, no existió ninguna otra mujer salvo Stefanie, lo cual resulta muy distinto del típico amor de un muchacho, que siempre está cambiando de objeto. 


Escribió infinidad de poemas de amor a Stefanie. ‘Himno a la amada’ fue el título de uno de ellos, que me leía de su libreta negra: Stefanie, damisela de alta cuna, con un vestido de terciopelo azul oscuro, largo y suelto, montaba en un corcel blanco por los prados en flor, con el cabello dorado ondeando sobre sus hombros; encima brillaba el claro cielo primaveral; todo era alegría, pura, radiante. Aún puedo ver el rostro de Adolf irradiando éxtasis ferviente y oír su voz recitando estos versos. Stefanie ocupaba tanto sus pensamientos que todo los que decía, hacía o planeaba para el futuro giraba en torno a ella. Mientras se aparataba cada vez más de su hogar, Stefanie influía cada vez más en mi amigo, aunque nunca habló una palabra con ella. 


Había un elemento de mi informe que le inquietó mucho: Stefanie bailaba, y a juzgar por lo que afirmaba el violonchelista, bailaba bien, y disfrutaba haciéndolo. Aquella información no encajaba con la imagen que se había hecho Adolf de Stefanie. La imagen de una valquiria que se deslizaba por el salón de baile con algún teniente “bruto” le resultaba demasiado terrible para considerarla. 


¿Cuál fue el origen de este rasgo extraño y casi ascético en él que le hizo rechazar todos los placeres de la juventud? A fin de cuentas, el padre de Adolf había sido un hombre que disfrutaba de la vida, y que, como era un atractivo oficial de aduanas, seguro que había llamado la atención de más de una chica. ¿Por qué era Adolf tan disintió? A fin de cuentas era un joven muy presentable, con buen porte, esbelto, y sus rasgos un tanto severos y exageradamente serios cobraban vida gracias a sus extraordinarios ojos, cuyo brillo peculiar hacía olvidarse de la palidez enfermiza de su rostro. Y pese a ello, el baile era contrario a su naturaleza como fumar o beber cerveza en un bar. Aquellas cosas sencillamente no existían para él, aunque nadie, ni siquiera su madre, le animaba a adoptar esa actitud. 


Yo sospechaba que en realidad, en casa, en secreto, ensayaba unos cuantos pasos cautos con su hermanita. Frau Hitler había comprado un piano para Adolf. 


“La señora Hitler para complacer a Adolf, había comprado en otros tiempos un piano” (Traducción de 1955)


Fue la primera y, por o que yo sé, la última vez que Adolf planteó seriamente suicidarse. Me dijo que quería saltar al río desde el puente del Danubio, y luego todo habría terminado para él. Pero Stefanie habría muerto con él. Insistía mucho en eso. Volvió a elaborar un plan, con todos los detalles. Describió minuciosamente cada frase de la horripilante tragedia., incluido el papel que jugaría yo; incluso planeó cómo sería mi conducta como único superviviente. Aquella escena sombría me acompañaba incluso en sueños. 


Stefanie era dos cosas para él: en parte era realidad y en parte era deseo e imaginación. En cualquier caso, Stefanie fue el sueño más hermoso, fértil y puro de su vida. 

2 comentarios:

  1. No sabia que existia un retrato de estefania!! Era una chica muy guapa con un rostro muy bello y que emite una gran bondad. Recuerdo cuando lei el libro por primera vez que me lleve una desilusión porque pensaba que Hitler al final daría el paso y declararía su amor a estefania pero al final no lo hizo porque estefania era de clase media-alta y Hitler era pobre.
    Otra cosa que me he dado cuenta del Führer es que el solo tuvo novias jóvenes tanto geli raubal , La chica francesa de la 1º guerra mundial (suponiendo que esa historia fuera verdad) y eva braun tenían veintitantos años.
    En el libro de su secretaria trudl Junge ella cuenta que todos los días recibía en su despacho cartas de amor de mujeres alemanas enamoradas de Hitler.
    Hay un gif muy gracioso de Hitler haciendo una cobra a una mujer norteamericana en la tribuna de los juegos olimpicos
    https://66.media.tumblr.com/d5a421e7892af07069392db1ae1d8578/tumblr_na0iiyTpWK1tgjy2lo1_400.gifv
    Un saludo tocayo!!

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    1. Hola, acabo de incluir en el post la otro foto de Estefanía. Es evidente que si Hitler no se declaró a Estefanía era porque no tenía nada que ofrecerle, y una relación en aquella época se debía de basar en garantizar un futuro.

      Sobre Geli Raubal no está claro que fuera una relación sentimental. Hitler era su tutor y se comportó con ella con el mismo celo que lo haría cualquier padre. Todo son especulaciones en cuanto a que tuvieran una relación. A fecha de hoy, yo tengo mis dudas.

      Pero, efectivamente, al Führer le gustaban las chicas jovencitas, lo cual no es un raro síntoma, sino algo normal.

      Sí, el Führer recibía cientos de cartas de admiradoras. Las hay muy peculiares. Desde sus comienzos en política, Hitler se vio apoyado por muchas adineradas damas que suspiraban por él. Naturalmente, él supo aprovechar eso.

      Aunque hoy su imagen pueda parecer un tanto "demodé", es innegable que Hitler tuvo mucho encanto entre las mujeres. No es de extrañar que Eva Braun tuviera siempre celos.

      No conocía el gif de los Juegos Olímpicos. Es simpático. Ahí vemos cómo el Führer era una persona simpática y cordial, algo que los medios nunca reflejan.

      Saludos!

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